diciembre 22, 2024
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Los acontecimientos del fin de semana en la zona colonial plantean un serio problema de seguridad ciudadana y revelan las consecuencias del uso irresponsable de las redes sociales y su potencial para las movilizaciones callejeras. Lo que empezó quizás como una broma o la búsqueda de autopromoción personal con fines cuestionables degeneró en la alteración del orden público, violaciones a la propiedad privada e intranquilidad de vecinos pacíficos en un cuadrante con características particulares por tratarse del área donde se estableció la primera capital en el Nuevo Mundo.

El embrión del desorden urbano, que puso en peligro la integridad física de miles de personas, se originó en una nota digital desaprensiva e indefinida sobre una suma de dinero que se colocaría en un lugar indeterminado de la zona colonial. Indirectamente fue un llamado a la búsqueda de un «tesoro», una convocatoria a escudriñar cuantos rincones o propiedades existen en las cuadras que conforman la zona más vieja de Santo Domingo. Lo que ocurrió fue un tumulto y una advertencia de cuán riesgoso resultaría si, en lugar de la zona colonial, se hubiese indicado que el «botín» estaba en las inmediaciones del Palacio Nacional, en uno de los ministerios del Estado o en cualquier otro recinto de acceso restringido.

La capacidad de las redes sociales para movilizar multitudes no es nueva. Alcanzó niveles noticiosos durante la llamada primavera árabe que dio al traste con gobiernos autoritarios en el norte de África, en la oposición del Hong Kong democrático a medidas provenientes de Pekín, manifestaciones estudiantiles en Chile, movilizaciones en India ante abusos sexuales y demostraciones pro derechos humanos en Venezuela, por ejemplo.